El viernes pasado fui a renovar mi DNI y tuve que hacerme una foto. Esa tarde lloviznó y mi pelo rizado en cuestión de minutos se convirtió en una escarola. Así me hice la foto que tendré que ver durante 10 años.

Eso me hizo recordar mi última renovación del DNI. Cuando me la hice, me lavé el pelo expresamente para la foto, fui a la tienda y le dije a la dependienta “por favor, sácame bien que esta foto va a durar 10 años”. El resultado fue nefasto. A pesar de que ese día con la magia del champú para pelo rizado y con el secador con difusor lucía un pelazo, la foto salió con un contraluz que me borró la melena y me la dejó con cuatro pelos... y, sin embargo, 10 años después esa foto no me parece tan mala.

¿No te ha pasado verte en alguna foto de hace años y pensar que no estabas tan mal como te sentías entonces? Esas cosas de las que renegabas, luego, con el paso de los años, incluso has llegado a echar de menos.

Y eso me lleva a una entrevista que le hicieron hace unas semanas a la escritora Rosa Montero donde decía "el confinamiento nos ha enseñado a saber que éramos felices y no lo sabíamos”. Así lo creo.