Nos conformamos con lo que nos traiga el día a día. Convivimos con la creencia de que no es posible hacer realidad nuestros deseos... que soñar es una pérdida de tiempo, un autoengaño con resultados nefastos: la bofetada de la realidad.

Y, en cambio, nos encanta adentrarnos y vivir la fantasía de otros. Vamos al cine, al teatro, leemos novelas, escuchamos música, vemos exposiciones... todo ello creado desde la imaginación, el deseo de alguien ajeno a nosotros. Y eso lo vivimos con placer, y, sin embargo, no somos capaces de regalarle a nuestra alma nuestros propios sueños.

Hace poco leí una frase muy bonita que decía (no especificaba su autor):
"Nunca permitas que se diga que los sueños son una pérdida de tiempo... Los sueños son nuestra realidad, en espera".