Hay espacios en ti donde no llega la enfermedad. Búscalos. Observa en qué situaciones te olvidas de tus síntomas y procura permanecer al máximo en esos espacios.

Mira tu vida como si fuera un pastel cortado en porciones: familia, amigos, trabajo, aficiones, salud, espiritualidad, etc. No permitas que el malestar, la enfermedad, invada el resto de porciones. Acótala y dale la importancia justa y necesaria. Lo que, por ejemplo, sientes por tus hijos, padres, pareja, mascota es intocable por la enfermedad o el malestar. Lo que te hace sentir una espectacular puesta de sol o una pieza de música ocurre en una parte de ti donde no puede llegar la enfermedad. La alegría, el amor, la felicidad, no son compatibles con el sufrimiento. No puedes sentir dos cosas opuestas a la vez, es una u otra. Sé consciente de dónde estás más a gusto y busca estar ahí tanto como puedas, es cuestión de intención.