Uno de estos desequilibrios, sin duda, es la candidiasis. La irritación que produce el crecimiento de hongos en el intestino delgado, causa la destrucción de las enzimas disacaridasa, con lo cual la digestión de patatas, cereales, granos, algunas legumbres, lácteos y azúcares, no se puede llevar a cabo correctamente produciendo fermentación. Ésta genera ácidos irritantes que adentran a la persona en un círculo vicioso de malestar. 

Además, los carbohidratos mal digeridos, invitan a que los microorganismo del colon se desplacen al intestino delgado, concretamente al ileon, en busca de alimento. Ahí colonizan y se multiplican. Estas colonias aumentan la producción de ácidos, empeorando la irritación y obligando al intestino a producir mucosidad para lubricar y proteger las paredes. 

La excesiva mucosidad impide que los alimentos entren con contacto con las enzimas de la pared intestinal, evitando su digestión y produciendo, de nuevo, fermentación…  y así la rueda vuelve a empezar.