Cala H. Cervera (nutricionista ortomolecular)

Hipotiroidismo y alimentación

En las consultas médicas suele pasar desapercibido el hipotiroidismo, a pesar de que produce un sinfín de síntomas y molestias crónicas muy debilitantes. Veamos cómo descubrirlo y qué hacer si se padece.

Se llama hipotiroidismo al bajo rendimiento de la glándula tiroides. El extenso e impresionante trabajo de investigación del doctor americano Broda Barnes sugiere que alrededor de un 40 % de la población presenta diversos grados de hipotiroidismo. Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de estos casos es diagnosticado. Esto es debido, por un lado, a que la sintomatología es muy variada y se presenta a confusión y, por otro, a que los análisis de sangre no son lo suficientemente sensibles como para detectar un hipotiroidismo leve.

La persona con hipotiroidismo suele presentar unas características comunes: tez pálida o amarillenta, exceso de peso y retención de líquidos, manos y pies fríos, pérdida del cabello, falta de los extremos exteriores de la cejas y piel muy seca... se suelen quejar de agotamiento, frío, depresión y poco impulso sexual. Sin embargo, existe una gran variedad de síntomas y signos reflejo de este desequilibrio hormonal. Este artículo trata, precisamente, del hipotiroidismo leve o ignorado, sus síntomas, causas, diagnóstico y tratamiento nutricional.

 

La glándula tiroides

La forma en la que el organismo reacciona y se enfrenta a las enfermedades depende de un metabolismo sano. Éste es la suma de todas las reacciones que ocurren en el cuerpo y la velocidad con la cual el organismo quema la comida y el oxígeno. La glándula tiroides es de vital importancia para la salud porque es la que controla dicho metabolismo. Esto explica porqué cuando esta glándula no produce un nivel adecuado de hormonas se produce una ralentización de casi todas las partes y funciones del cuerpo, incluso del cerebro.

La glándula tiroides está situada en el cuello, inmediatamente debajo de la laringe y enfrente de la tráquea. Está dividida en dos partes, el lóbulo derecho y el izquierdo, que descansan a cada lado de la nuez. Estos lóbulos están unidos por un tejido, y en conjunto le proporcionan a la tiroides su característica forma de mariposa. Como muchos tejidos del cuerpo, la glándula tiroides recibe un buen riego sanguíneo, el cual le proporciona nutrientes y, a su vez, le ayuda a eliminar sustancias de desecho. Al ser una glándula, produce secreciones que el riego sanguíneo distribuye a diversas partes del organismo. A este tipo de secreciones se las llama hormonas, y en particular, a las producidas por la tiroides se las denomina tiroxina, o T4, y triiodotironina, o T3.

Dos de las materias primas para la manufacturación de estas hormonas son el mineral yodo y el aminoácido tirosina. El yodo es transportado de la sangre a la tiroides donde se une a la tirosina, la cual forma parte de las células de dicha glándula. Ambos nutrientes se obtienen a través de la dieta: el yodo se extrae de forma directa de alimentos como el marisco, pescado y algas; y la tirosina se obtiene a través de la conversión de otro aminoácido, la fenilalanina, que se encuentra, principalmente, en el pescado, carne, almendras, semillas de calabaza y sésamo, garbanzos y lentejas. Para que esta conversión se lleve a cabo con éxito es necesario un nivel adecuado de las vitaminas B6 y C.

Una vez el yodo y la tirosina se han unido, y a raíz de un complejo proceso bioquímico, se forman las hormonas T4 y T3. Ambas son idénticas excepto en que la hormona T3 contiene tres unidades de yodo, y la T4 contiene cuatro, de ahí sus nombres. Alrededor del 90 % de su producción ocurre como T4 y el 10 % como T3. Sin embargo, antes de que dichas hormonas lleguen a los receptores de las células, la mayoría de la T4 pierde un átomo se convierte en T3, la cual tiene mayor afinidad con los receptores celulares y es cuatro veces más potente que su compañera.

Sin embargo, la glándula tiroides no tiene control sobre la cantidad de hormonas que produce. Esto se decide en la fábrica central: la glándula pituitaria.

Esta glándula está situada en el cerebro y, aunque es muy pequeña, es uno de los órganos más poderosos del cuerpo. La pituitaria produce sus propias hormonas que controlan las actividades de la mayoría de todas las glándulas endocrinas. En el caso de la tiroides, su hormona controladora es la tirotrofina. Las células de la tiroides disponen de unos receptores diseñados para recibir la tirotrofina. Cuando esta hormona se une a los receptores, la glándula tiroides es estimulada para producir y segregar las hormonas T3 y T4.

Si se necesita más producción de dichas hormonas, la pituitaria produce más cantidades de tirotrofina para estimular la tiroides. Por el contrario, si existe un exceso de T4 y T3 en la sangre, la pituitaria interrumpe la estimulación de la tirotrofina, cortando la producción de dichas hormonas.

La pituitaria, a su vez, es gobernada por el director general o hipotálamo. Este órgano segrega una hormona llamada la hormona liberadora de tirotrofina, que es la que se encarga de informar a la glándula pituitaria lo que tiene que hacer.

Como acabamos de ver, la producción de las hormonas T4 y T3 ocurre de forma perfectamente controlada. La mínima alteración en este proceso puede, sin embargo, suponer un desequilibrio con grandes repercusiones para el organismo. Para entender mejor la importancia de la salud de la glándula tiroides es necesario conocer algunos de sus efectos:

  • Aumenta el tamaño y número de mitocondria (compartimentos, dentro de la célula, donde se produce energía) en la mayoría de las células del cuerpo.
  • Estimula el metabolismo.
  • Controla los niveles de colesterol y triglicéridos.
  • Controla el peso y apetito.
  • Aumenta el flujo sanguíneo y control de la función del corazón.
  • Aumenta la capacidad pulmonar.
  • Controla la secreción de los jugos digestivos y movilidad del aparato gastrointestinal.
  • Estimula la función mental (concentración, estado de alerta, memoria, etc.)
  • Equilibra los fluidos en el cuerpo.
  • Controla la fuerza muscular.
  • Ayuda a combatir infecciones.

No es de extrañar que un desequilibrio de la glándula tiroides pueda causar un sinfín de síntomas y manifestaciones diversas. La variedad en los síntomas y señales complican el diagnóstico, puesto que puede confundirse con un abanico de desequilibrios, desde candidiasis crónica hasta hipoglucemia reactiva o intolerancias alimenticias. Es por esto, que el diagnóstico debe hacerse teniendo en cuenta el historial clínico, síntomas, hábitos de vida, tipo de alimentación, temperatura basal y estado emocional de la persona, y no sólo basándose en la sintomatología o análisis de sangre.

 

Deficiencia de ciertos nutrientes

Los nutrientes más importantes para el buen funcionamiento de la glándula tiroides son las vitaminas A, B2, B3, B6, B12, C, E; los minerales selenio, zinc, cobre y yodo; el aminoácido L-tirosina; y los ácidos grasos esenciales (Omega 3 y Omega 6). Sin estos nutrientes, la tiroides no puede producir un nivel óptimo de hormonas, ni la hormona T4 puede convertirse en T3, ni los receptores de dichas hormonas en las células pueden funcionar correctamente.

Por otro lado, un bajo rendimiento de la tiroides impide la correcta absorción de ciertos nutrientes. Por ejemplo, sin una tiroides sana no se puede absorber la vitamina B12 eficazmente, lo cual puede causar anemia, síntomas mentales y problemas neurológicos, entre muchos otros; sin unos niveles adecuados de vitamina B6, no se puede utilizar el yodo de la dieta para producción de las hormonas T4 y T3; sin un correcto nivel de vitamina C, los capilares de la glándula tiroides pueden sangran...

No todas las personas que sufren de hipotiroidismo presentan deficiencias de todos estos nutrientes. La labor del nutricionista ortomolecular es descubrir las deficiencias particulares de cada persona. En otras palabras, tratar al individuo y no a la enfermedad.

 

Candidiasis

La candidiasis crónica es una infección de la levadura Cándida Albicans que suele originarse en el intestino, pero puede afectar a todo el organismo. Son varias las formas en que dicha enfermedad puede influir negativamente en la salud de la glándula tiroides y en el uso de sus hormonas:

  • Los radicales libres producidos por la cándida albicans y sus toxinas pueden dañar la tiroides.
  • La Cándida posee receptores con afinidad a la hormona tirosina.
  • La Cándida suele producir deficiencia del mineral zinc, el cual es muy importante para la conversión de la hormona tirosina (T4) en la triiodotironina (T3).

El tratamiento de la candidiasis es vital para equilibrar la glándula tiroides y los efectos de sus hormonas (para mayor información sobre esta enfermedad, consultar el artículo ¿Qué me pasa, doctor? La candidiasis crónica, una enfermedad ignorada, del número 20 de VITAL mes de noviembre).

 

Agotamiento de las glándulas suprarrenales

La actividad medular de las glándulas suprarrenales produce las hormonas adrenalina y noradrenalina. Éstas pueden influir en la función de la tiroides, ya que las membranas de las células de esta glándula contienen receptores de dichas hormonas. Por lo tanto, si las glándulas suprarrenales producen poca cantidad de adrenalina y noradrenalina los receptores de la tiroides no serán estimulados adecuadamente.

Es muy común observar en personas con hipotiroidismo un agotamiento de las glándulas suprarrenales debido a estrés, ansiedad o enfermedad crónica, el uso prolongado de antinutrientes como son el azúcar, café, alcohol y cigarrillos, o de fármacos como los corticosteroides.

El tratamiento generalizado de las glándulas suprarrenales consiste en el uso de nutrientes específicos como las vitaminas B5 y C, que alimentan y refortalecen estas glándulas y la eliminación de los antinutrientes mencionados y de todo tipo de estrés.

Alergia al trigo

Parece ser que la gliadina, una de las proteína del trigo, es muy similar a una proteína de la glándula tiroides. Cuando una persona presenta alergia al trigo, su organismo produce anticuerpos a esta sustancia para atacarla y defenderse de ella. De esta forma, estos mismos anticuerpos pueden atacar a la proteína de la glándula tiroides y producir hipotiroidismo.

Es recomendable, entonces, eliminar el trigo (pan, espaguetis y pasta en general, galletas, etc.) de la dieta, y sustituirlo, especialmente, por quínoa, trigo sarraceno (una semilla) y arroz.

Dieta alta en ciertos alimentos

Ciertos alimentos (algunos de ellos, por otro lado, con propiedades anticancerígenas), ingeridos en grandes cantidades y diariamente, pueden reducir la eficacia de la glándula tiroides al disminuir la cantidad de yodo disponible para sintetizar las dos hormonas de la tiroides: T3 y T4. Estos alimentos son: col, coliflor, coles de Bruselas, nabos, rabanitos, espinacas, zanahorias, melocotones, peras, fresas, cacahuetes, productos de soja, nueces y mijo.

Es importante no eliminar completamente estos alimentos de la dieta, aunque sí se aconseja no comerlos a diario y en grandes cantidades.

Uso de ciertos fármacos y toxicidad de mercurio

Varios medicamentos pueden contribuir al hipotiroidismo. Entre ellos se encuentran algunos de los destinados a tratar la tos, el clorhidrato de amiodarona (vasodilatador coronario) y el litio (usado en antidepresivos o para tratar enfermedades maniaco depresivas). Estos químicos pueden bloquear la secreción de las hormonas T4 y T3.

Por otro lado, la dopamina y los corticosteroides suprimen la secreción de la tirotrofina, segregada por la glándula pituitaria. Los corticosteroides, a su vez, bloquean la conversión de la hormona T4  a T3.

La aspirina y otros fármacos que contienen salicilato, también pueden contribuir al hipotiroidismo, ya que impiden la unión de la hormona T4 a las proteína transportadoras de la sangre, reduciendo la cantidad de dicha hormona en el torrente sanguíneo.

A su vez, los estrógenos son contrarios a la T4. El uso de estrógenos sintéticos, como la píldora anticonceptiva, puede desequilibrar el balance hormonal de la tiroides y producir síntomas de hipotiroidismo.

Otra causa de hipotiroidismo puede producirse por una toxicidad de mercurio debida a los empastes de amalgama. Cuando el mercurio se aposenta en un tejido (como puede ser la glándula tiroides) puede provocar una reacción de autoinmunidad, ya que el cuerpo considera este tejido como un agente extraño, poniendo en marcha un sistema de ataque. Otra forma en la que este metal puede ser responsable de causar hipotiroidismo es por su capacidad de unirse a la hormona T4 y prevenir que ésta se convierta en T3.

 

Diagnóstico

La forma de diagnóstico más común que usa la medicina tradicional para detectar el hipotiroidismo es a través de un análisis de sangre donde se analizan valores hormonales sanguíneos, normalmente de la T4, T3 y tirotrofina. Sin embargo, como ya hemos visto anteriormente, las causas del hipotiroidismo leve no son, únicamente, una baja producción de hormonas. Hay que tener en cuenta la conversión de la hormona T4 en T3 y una deficiencia o resistencia de los receptores celulares de dichas hormonas. Los análisis de sangre no registran estos dos últimos puntos. Incluso, se podrían discutir los parámetros de referencia que determinan si una persona tiene un nivel de hormonas adecuado, o si éstos son demasiado amplios. Por otro lado, este tipo de pruebas tampoco mide el nivel intracelular de la hormona T3. En otras palabras, una persona puede presentar unos niveles correctos en sangre de dichas hormonas y aún así sufrir de hipotiroidismo leve, ya que las células pueden no estar recibiendo las cantidades adecuadas de hormonas.

Existe, sin embargo, un método de diagnóstico muy fiable para detectar el hipotiroidismo leve,  desarrollado por el Dr. Broda Barnes, especialista de la glándula tiroides. Durante años, este médico pudo observar que muchos de sus pacientes presentaban síntomas de hipotiroidismo, pero, por el contrario, los análisis de sangre no mostraban anormalidades. A partir de esta contradicción, el Dr. Broda Barnes desarrolló un simple, pero eficaz, test de temperatura para comprobar el funcionamiento de la tiroides y la respuesta de las células del organismo a las hormonas producidas por dicha glándula.

Esta prueba es conocida con el nombre de Test de Temperatura Basal de Barnes (Barnes Basal Temperature Test). El ritmo al cual el cuerpo produce calor se llama índice metabólico. Muchos factores pueden afectar este índica, por ejemplo, el ejercicio, adrenalina, ingestión de comida, clima, etc. Por este motivo, el índice metabólico se mide bajo unas condiciones específicas: cuando el cuerpo está recién despertado, en reposo, tranquilo y sin alimento. La medición obtenida bajo estas condiciones se llama índice metabólico basal (IMB). Las hormonas producidas por la tiroides aumentan el IMB al estimular el uso celular de oxígeno para producir energía. Por este motivo, dos de los síntomas más comunes en hipotiroidismo son: temperatura baja, debido a un bajo IMB; y cansancio, especialmente por la mañana, ya que existe poca producción de energía.

Para llevar a cabo el Test de Temperatura Basal de Barnes sólo se necesita un termómetro de mercurio, pero es necesario seguir unos pasos muy importantes (ver cuadro). La comunicación con el terapeuta durante la visita es muy importante para ayudar en el diagnóstico. Cierto tipo de información, que tal vez pueda parecer irrelevante a la persona, es de vital importancia en estos casos. Por ejemplo, una mujer con hipotiroidismo es posible que haya tenido su primera menstruación  a los 10 u 11 años o, por el contrario, muy tarde a los 17 o 18 años. Sus menstruaciones suelen ser irregulares y dolorosas. Esta mujer posiblemente haya tenido problemas para concebir o inexplicables abortos. Sus hijos suelen nacer grandes, ya que el feto produce cantidades extras de la hormona T3, la cual estimula el crecimiento. También suele alcanzar la menopausia antes de la edad estimada.

Causas más comunes del hipotiroidismo

  • Baja producción de hormonas
  • Dificultad en la conversión de la hormona T4 en T3
  • Deficiencia o resistencia de los receptores de dichas hormonas en las células

Origen de las causas

  • Deficiencia de ciertos nutrientes
  • Candidiasis
  • Agotamiento de las glándulas suprarrenales
  • Intolerancia al trigo
  • Dieta alta en ciertos alimentos
  • Uso de ciertos fármacos y toxicidad de mercurio



 Los síntomas más comunes
Sensibilidad al frío *
Pulso lento
Falta de memoria *
Infecciones frecuentes
Disminución de la libido *
Depresión
Retención de líquidos *
Apatía *
Falta de concentración
Caída del cabello *
Estreñimiento y gases *

Dolores de cabeza
Vértigo y mareos
Sordera
Bajones de azúcar
Mala circulación *
Osteoporosis *
Dolor persistente de espalda
(zona baja)
Anemia
Colesterol y triglicéridos altos
Endometriosis
Menstruaciones irregulares
Irritabilidad
Piel seca y cortada (sobre todo
en los pies y manos) *
Eccema o psoriasis
Acné
Tez pálida o amarillenta *
Canas prematuras
Pérdida de los extremos exteriores
de las cejas
Uñas quebradizas
Fatiga *
Alergias alimenticias
Ronquera crónica
Congestión nasal
Obesidad y/o dificultad para perder peso *
Fácil aumento de peso *
Párpados hinchados
Escasa urinación durante el día *
Pies hinchados
Ruidos en los oídos (tinitus)
Temperatura baja del cuerpo *
* Los síntomas señalados con un asterisco son los más comunes.  

 

Test de Temperatura Basal de Barnes

  • Las mujeres deben hacer este test en el segundo, tercer y cuarto días de la menstruación. Por el contrario, las mujeres sin menstruación o los hombres que quieran hacer esta prueba pueden es-coger 3 ó 4 días a su conveniencia. Es importante no hacer esta prueba durante el proceso de una enfermedad como la gripe.
  • La noche anterior se debe dejar el termómetro, ya rebajado, al lado de la cama.
  • Al despertarse a la mañana siguiente, se coloca el termómetro en la axila durante 10 minutos. ES MUY IMPORTANTE moverse lo menos posible, y sobre todo no levantarse, ni beber, ni comer nada, hasta finalizada la prueba. Lo mejor es permanecer en la cama descansando con los ojos cerrados.
  • Después de 10 minutos, se lee el termómetro y se anota la temperatura y el día.



La temperatura debería oscilar entre 36,5 y 36,8. Si, por el contrario, ésta se muestra, consistentemente, por debajo de 36,5, puede reflejar un hipotiroidismo leve, especialmente si va acompañada de algunos de los síntomas mencionados anteriormente. Es importante tener claro este punto, ya que no todas las personas con la temperatura baja sufren de hipotiroidismo.

 

Tratamiento 

Referente al hipotiroidismo, el Dr. Broda Barnes dijo: Luchar contra el malestar, una salud precaria  y la enfermedad, con drogas que no son armas biológicas, y, por lo tanto, no naturales para el cuerpo, está bien cuando no hay nada más. Las aspirinas alivian el dolor de cabeza, los antibióticos una infección... pero no sufrimos de dolores de cabeza o infecciones debido a la falta en nuestro organismo de aspirinas o antibióticos. Si sufrimos de todo ello, y más, debido a la reducida secreción de una tiroides en baja forma, combatiremos estos síntomas con mayor efectividad y menos riesgo si le proporcionamos al cuerpo lo que le falta: su poderosa propia arma biológica.
Por ello, y para recuperar la salud de la tiroides y para estimular la buena respuesta del organismo a sus hormonas, es necesario seguir un tipo de programa que, a rasgos generales, se describe aquí:

  • DIETA INDIVIDUALIZADA. No todo el mundo responde positivamente a una dieta sana estándar y, por ello, la función del nutricionista ortomolecular es diseñar una que se adapte a las necesidades particulares de cada persona. Sin embargo, en términos generales, se recomienda consumir lo menos posible los alimentos mencionados anteriormente (vegetales crucíferos, soja, mijo, etc.), y por el contrario, se aconseja incrementar el perejil, huevos, albaricoques, pescado azul, algas, plátanos, almendras, berros, pepino, guisantes, manzanas, naranjas, higos, y alimentos altos en fenilalanina (mencionados anteriormente). Es importante descrubrir las posibles alergias o intolerancias alimenticias que pueden afectar, directa o indirectamente, a la tiroides, poniendo especial énfasis en los productos de trigo y lácteos. Se recomienda, también, evitar los estimulantes como los azúcares, café, cigarrillos, etc., ya que pueden afectar a las glándulas suprarrenales que trabajan en sincronía con la tiroides.

 

  • SUPLEMENTOS NUTRICIONALES. Es importante identificar las deficiencias nutricionales de la persona y tratarlas con suplementos individuales específicos o con una combinación de estos. Aunque hoy en día existen en el mercado buenos preparados para el tratamiento del hipotiroidismo, no hay que olvidar las deficiencias particulares de cada persona, que son las que han podido causar el desequilibrio, en primer lugar.

 

  • ELIMINAR TOXINAS. Éstas pueden provenir del agua, aire y alimentos, en forma de pesticidas, conservantes, metales pesados, nitratos, etc. Pero también a través de toxicidad del propio cuerpo, como en los casos de estreñimiento crónico, candidiasis y parasitosis, entre otros. Es importante evitar al máximo todo tipo de toxinas, comiendo, siempre que sea posible, alimentos biológicos, bebiendo agua embotellada o filtrada, evitando el uso de fármacos y productos quí-micos, como los de limpieza, y tratando cualquier tipo de infección crónica o desequilibrio intes-tinal.

 

  • PRACTICAR ALGÚN TIPO DE EJERCICIO. Este punto es especialmente importante en un programa de tratamiento para el hipotiroidismo. El ejercicio estimula las secreciones de la glándula tiroides y aumenta la sensibilidad de los tejidos hacia las hormonas T4 y T3.


Muchas personas con hipotiroidismo leve que vienen sufriendo durante mucho tiempo de ciertos sín-tomas y signos, los asumen como parte de la vida. Ante todo, es fundamental no conformarse con un estado mediocre de salud. Luego, es importante detectar el hipotiroidismo y, después, actuar. Una vez que se equilibra el organismo y las células reciben la cantidad adecuada de hormonas, no sólo los síntomas y malestar desaparecen, sino que, además, puede surgir un nivel de energía hasta entonces desconocido.