Si estás al cuidado de alguien con Parkinson, Alzheimer, esclerosis múltiple, ELA, cáncer, demencia u otra enfermedad crónica y/o degenerativa, sabes lo difícil que es compaginar y malabarear vidas. Sobre todo sabes lo difícil que es ver sufrir a la otra persona y mantenerte en buen ánimo para ella. La persona enferma depende de ti física y emocionalmente, eres su “muleta”. Por eso es importante aprender y saber estar en tu centro, bien enraizad@, para poderle dar centro a ella. Sin embargo, es precisamente en estas épocas difíciles cuando más tiende un@ a olvidarse de sí mism@. Acabas siendo el último en comer, comes de pie, de cualquier manera, estás siempre a disposición del enfermo dejando de ir a tu clase favorita por si te necesita, duermes con una oreja en guardia por si suena el teléfono o por si le oyes en la habitación contigua. Llevo 2 años cuidando a mi padre con Parkinson y sé lo fácil que es enfocar toda tu atención en la otra persona y olvidarte de ti. En este tiempo he aprendido muchas cosas, más que en toda mi vida, y todas muy positivas. Una de ellas, encontrar el equilibrio entre cuidar y cuidarte. Si sientes que necesitas ayuda en este tema, no dudes en contáctarme. No hay nada más bonito que cuidar cuidándote y sintiendo que estás ofreciendo lo mejor de ti.
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