A lo largo de la historia la mujer se ha ido adaptando a este tipo de sociedad masculina y para sobrevivir a ella ha tenido que sacrificar gran parte de su naturaleza y características femeninas. Ha aprendido a no escucharse a sí misma, a enterrar su esencia y ha desarrollado una nueva forma de pensamiento, acorde con su entorno y conforme a las exigencias de éste.

Es posible que muchos de los problemas de salud de las mujeres se deriven de esta situación. Problemas como ovarios poliquísticos, desarreglos menstruales, infertilidad, pólipos, fibromas, miomas, menopausia precoz, síndrome premenstrual, etc.

Mujeres que, por las exigencias de una empresa o una profesión, han aparcado el deseo de ser madres. Mujeres con mucha creatividad pero sin salida en una sociedad con grandes exigencias económicas. Esa frustración, la energía creativa bloqueada, el agotamiento físico e intelectual, el desoír las necesidades del cuerpo durante las diferentes fases del ciclo menstrual, el abuso de la píldora anticonceptiva y el DIU hormonal, estresan los órganos sexuales femeninos, dando lugar a desequilibrios físicos.

Solo hay que observar los anuncios publicitarios de compresas y tampones, mediante los cuales tratan de hacernos creer que durante la menstruación todo debería seguir igual, que debemos sentirnos física y emocionalmente de la misma manera cada día del mes. Y esto no es cierto. Las necesidades de una mujer menstruando no son las mismas que las de una mujer ovulando, ni las mismas que las de los hombres con los que trabajamos y convivimos. Sin embargo, nos empeñamos en creer y hacerles creer que nos sentimos, o deberíamos sentir, igual cada día del mes. Y ante semejante locura y desconexión con nuestra naturaleza, nos comparamos y competimos con nuestro entorno y ponemos en duda nuestra esencia.

Así me encuentro en consulta con mujeres que con los años han ido aprendiendo a desconectarse de su cuerpo y que piden a gritos ayuda para volver a conectar con ellas mismas. Por supuesto, una buena alimentación, complementos nutricionales, ejercicio físico y calidad en el descanso son factores imprescindibles para evitar o corregir estos problemas de salud femenina, pero un aspecto esencial para realmente poner en marcha nuestra salud es tomar conciencia de nuestra situación y potencial.

Sería maravilloso que las mujeres consiguiéramos todo lo que nos propusiéramos ser en la vida sin perder nuestra esencia, sin tener que sacrificar o escoger, sin dejar de lado nuestros deseos y necesidades, y así aportar al mundo lo mejor de nosotras mismas: flexibilidad, receptividad, generosidad, adaptabilidad, calidez, sensibilidad y sensualidad, entre otras hermosas características femeninas.