Hemos perdido el instinto por comer, los sabores dulces y salados concentrados han desvirtuado nuestras papilas gustativas, los aditivos añadidos nos desnutren y desequilibran, comemos guiados por las adicciones que hemos desarrollado con la comida industrializada, y todo ello a pesar de que hoy comemos de forma más variada que nunca. Es evidente que la variedad no es la clave de una alimentación sana.

Soy más partidaria de la calidad: alimentos ecológicos, de temporada y proximidad.