El tratamiento de la depresión se suele enfocar en aumentar los niveles de serotonina pero se descuida la producción de 2 hormonas/neurotransmisores muy importante para el estado de ánimo: la adrenalina y la noradrenalina. 

Éstas se generan en las suprarrenales: unas pequeñas glándulas sobre los riñones que se ven gravemente afectadas con el estrés y la mala alimentación.

Cuando ingerimos cereales, azúcares de todo tipo, exceso de fruta y alcohol, los niveles de glucosa de la sangre aumentan considerablemente. El páncreas, para contrarrestar este efecto, produce grandes cantidades de insulina rebajando rápidamente los niveles de glucosa en sangre. El resultado es lo que llamamos coloquialmente “bajón de azúcar”.

Para compensar y subir de nuevo los niveles, volvemos a sentir las ganas de comer carbohidratos, a la vez que las suprarrenales nos dan un chute de adrenalina para soltar la glucosa almacenada en el hígado. Así superamos el peligroso y desagradable bajón.


¿Qué ocurre? Que con el tiempo, esta montaña rusa bioquímica, desgasta las glándulas suprarrenales causando disminución de la producción de adrenalina y noradrenalina. Como resultado el cerebro deja de recibir los estímulos de estas importantísimas hormonas/neurotransmisores y la mente comienza a “apagarse”.

Por todo esto, para tratar la depresión o mejorar el estado anímico, es vital, en primer lugar, estabilizar los niveles de glucosa. 

Además de eliminar cereales, exceso de fruta, azúcares y estimulantes como refrescos, café y té, es importante ajustar cualquier deficiencia de magnesio, zinc, cromo, vitamina C, omega 3 y las vitaminas B.