A mí me motiva la disciplina reparadora, la que sirve para eliminar hábitos tóxicos. La que ayuda a focalizar la energía y aporta fuerza. Esa que es voluntaria y nace de la conciencia.

En un principio, romper inercias siempre implica un esfuerzo, pero el cuerpo es tremendamente agradecido y en cuanto percibe que esa particular disciplina le está aportando beneficios, sin ninguna duda la reclama y desde ahí se convierte en un placer. Es la disciplina que va íntimamente unida a la autoestima. Al respeto por uno mismo.

Mira qué áreas de tu vida necesitan disciplina reparadora y practícala hasta que forme parte de tu rutina.