Si bebes menos de un litro y medio de agua y además tomas café, té, refrescos, alcohol y/o infusiones durante el día, es muy probable que no estés bien hidratad@. Estas sustancias son diuréticas y deshidratantes.

Pero ¿por qué si estamos deshidratados no sentimos sed?

Precisamente cuando se cronifica la deshidratación es cuando dejamos de sentir sed. El cuerpo ha estado pidiendo mucho tiempo agua y al no recibirla ha aprendido a ralentizar su uso para poder sobrevivir. Así todas las funciones que requieren agua (que son muchas) dejan de trabajar correctamente y el metabolismo se vuelve lento. Al dejar de sentir sed, obviamente dejamos de beber y así creamos un círculo vicioso difícil de romper.

A cambio, el hambre se activa y a través de la comida obtenemos el mínimo de agua para poder llevar a cabo las funciones básicas. Hasta de un trocito de pan seco, el organismo puede obtener agua.

Si tienes ansiedad por la comida y síntomas relacionados con deshidratación: piel y mucosas secas, uñas y pelo quebradizos, artrosis, dolor articular o muscular, dificultad para concentrarte, estreñimiento, falta de energía, escasa orina o de color muy oscuro, dolores de cabeza, contracturas musculares, venas hinchadas, mal aliento… prueba a aumentar tu consumo de agua mineral y observa. Tal vez la deshidratación esté detrás de algunos (o muchos) de tus síntomas y malestar.