Buscamos fuera lo que hemos perdido dentro: esa inmensidad que nos aporta todo lo que necesitamos para estar bien, y que nos permite relajarnos para poder disfrutar de las relaciones.
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En esa desconexión exigimos que el otro nos haga sentir cosas hermosas, nos embellezca la vida, nos reafirme, nos dé todo lo que creemos que nos falta... demasiada responsabilidad para alguien.
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Vivimos las relaciones desde la manipulación, el control y el miedo y eso genera desconfianza y resentimiento hacia el otro, porque es muy difícil que alguien esté a la altura para llenar nuestras carencias.
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Comprometámonos a auto responsabilizarnos de nuestra vida y a ofrecer lo mejor de nosotros mismos, en vez de sólo exigir lo mejor del otro.
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Permitamos que las personas con las que nos relacionemos se sientan libres a nuestro lado para que puedan ser quienes realmente son y no quienes necesitamos que sean.