Cuando trabajo en consulta con personas con problemas crónicos, no sólo les pregunto qué comen sino también qué sienten y piensan.

Les invito a reflexionar sobre qué estaba pasando en sus vidas cuando apareció el problema por primera vez… cómo se sentían, qué estaban haciendo en ese momento, si se sentían felices o no, satisfechas o frustradas, si vivían con miedo o relajadas.

Traer a la conciencia las circunstancias de entonces, nos puede ayudar a identificar las emociones vividas, y de ahí llegar a nuestros pensamientos y creencias que suelen ser el origen de nuestros desequilibrios físicos.

Normalmente, lo que provocó el problema de salud suele repetirse en la vida de la persona, cronificando la enfermedad… aunque los personajes, lugares o situaciones vayan cambiando.